Galdós poseía una especial sensibilidad para el lenguaje popular; Baroja decía de él que «sabía hacer hablar» al pueblo. Consciente de esta gran virtud, suele utilizar muy a menudo el diálogo e incluso llega a ensayar novelas absolutamente dialogadas.
Su estilo busca la naturalidad y rehuye cualquier artificio retórico a fin de ofrecer, según postulados estéticos realistas, la visión más directa posible de lo que pretende expresar. Cuando narra su estilo es transparente, académico, pero siempre castizo; se trasluce sin embargo el humor y la ironía; en los diálogos, el lenguaje se impregna frecuentemente de términos corrientes e incluso vulgares, y en alguna ocasión el narrador canario, víctima de ese frenesí costumbrista, llega a mostrar un poco ridículos e infantiles a los personajes que describe. Es frecuente en él un humor piadosamente irónico de sesgo cervantino (Galdós fue un gran lector del Quijote).
Galdós fue uno de los más serios candidatos al Premio Nobel de Literatura de 1912, pero una campaña por parte de sus enemigos políticos disuadió a la Academia Sueca de galardonarlo. Trazos de esto se ven en los Episodios Nacionales escritos desde entonces, que destilan un cierto tono anticlerical.z
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